Un
estudio realizado en Canadá asegura que la intimidación durante la adolescencia
está vinculada a problemas de salud que siguen en la edad adulta. El estudio ha
sido realizado durante una década a 662 jóvenes de entre 12 y 19 años. Tras
diez años, los investigadores llegaron a la conclusión de que el acoso físico y
emocional está vinculado con dificultades en el futuro, tales como dolor de
cabeza, mareos, dolor de espalda, insomnio, dolor abdominal y mala imagen
corporal.
“Estos
problemas de salud, ya sea depresión, ansiedad, síntomas somáticos, o pobres
conceptos de sí mismos, pueden interferir con varios aspectos de la vida,
incluyendo el desempeño académico y laboral, satisfacción de la relación, el
éxito económico y los resultados de salud más graves”, asegura Alanna D. Hager,
coautora de la investigación. El informe
expone que el maltrato entre iguales genera cambios adversos en los procesos biológicos,
emocionales, conductuales y sociales, que con el tiempo pueden dar lugar a
problemas de salud físicos crónicos.
El
impacto es particularmente devastador durante la adolescencia, cuando las
personas tienden a depender de sus compañeros en el autoestima y desarrollo de
la identidad. “El estudio pone de manifiesto que la adolescencia temprana es el
momento clave para la aplicación de los esfuerzos de intervención y prevención,
y así poder frenar las trayectorias de los problemas de salud para los
jóvenes”, añade el coautor J. Bonnie Leadbeater de la Universidad de Victoria,
BC, donde se ha llevado a cabo la investigación.
Los
resultados ponen de relieve la necesidad de más esfuerzos para prevenir la
intimidación durante la adolescencia. Según el estudio las señales que delatan
que una persona está sufriendo acoso varían notablemente: desde adolescentes
que se quejan de problemas de salud excesivos con el fin de no ir a la escuela,
hasta os problemas de sueño o la falta de concentración en clase. Las víctimas
también pueden ocultar agresiones físicas con el uso de ropa holgada.
La
investigación concluye que evitar por completo el acoso en la adolescencia
puede no ser posible, pero sí lo es la prevención de efectos sobre la salud a
largo plazo.
Para
medir la intimidación, a los participantes se les hicieron preguntas tales como
la frecuencia con la que sufrían agresiones y la frecuencia con la que
compañeros y compañeras difundían mentiras sobre las víctimas, con el fin de
evaluar no sólo el maltrato físico, sino también el psicológico. En el
transcurso de las entrevistas, se llegó a la conclusión de que los niños sufren
un mayor acoso físico que las niñas, mientras que el porcentaje del acoso
emocional es similar. Los investigadores relacionaron las agresiones físicas
permanente con problemas en el futuro tales como dolores de cabeza, mareos e
insomnio.
Compartido
por el Abg. Temilo Ballesteros.
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